sábado, 6 de febrero de 2010

Peñajara en Valdemorillo.


Menos mal que tengo grandes amigos, que aparte de ser amigos, son grandes AFICIONADOS y encima me cuentan la verdad.
¿Qué haría yo si tuviese que creerme lo que ponen en los portales taurinos?
Pues con la colaboración de J.Carlos les dejo la crónica que me ha enviado a escasos minutos de finalizar la corrida.GRACIAS JOSE!
Ahí la tienen:
Los toros de Peñajara dieron distinto juego, algunos fueron boyantes para la labor muleteril y permitieron cierto lucimiento artístico con no demasiados problemas para los matadores. Ahora bien, no nos engañemos, fue una mansada, sospechosa de pitones y la mayoría de ellos carecieron de la fuerza necesaria para plantar cara al oponente.

La experiencia de Abellán fue suficiente para tapar el mal juego del primero de la tarde, un toro muy flojo que aterrizó en varias ocasiones en el ruedo. Abellán, sin forzarle, pudo componer algunos pases a media altura y algo periféricos que permitieron al toro tragarse varias tandas y adornarse al final con un circular y varios doblones por bajo. La estocada, entera pero trasero, hizo que se alargase la agonía del toro. Recibió una oreja de poco peso tras leve petición, inexplicablemente el toro recibiría algún aplauso del respetable. Poco podemos decir del cuarto de la tarde, un toro de 580 kilos que no se tenía en pie, así que poco se podía hacer con él. Empezó a protestar en exceso debido a su falta de fuerzas, besaría el suelo en varias ocasiones, y el torero le pasaportó de una estocada caída. Sinceramente, el toro no merecía más.

No me gusta hacer leña del árbol caído pero entiendo que Alberto Alvarez debe hacer una profunda reflexión y entender que el Señor no le ha llamado por este camino. El tercer toro, de boyante condición, se tragó 10 señoras tandas de insulsos muletazos que no calaron en los tendidos. Mató de pinchazo y entera desprendida. El sexto fue un toro que no tenía nada de especial, muy justito de fuerzas, al que el aragonés receto un bajonazo en toda regla.

Lo mejor de la tarde llegó de las manos de Leandro, aunque habría que hacer alguna matización. Al vallisoletano le correspondió el mejor lote de la tarde. El segundo de la tarde, un toro de 499 kilos, salió de chiqueros con buen son. Leandro le recibe a la verónica en el tercio, con gusto y temple pero sin sacarlo fuera y retrasando la pierna contraria. El toro, mal picado, empujó algo en la primera vara y manseó claramente en la segunda. El torero exhibió durante la faena un toreo de buen gusto, sin exigir demasiado del toro, con un temple exquisito pero en su defecto debemos decir que toreó despegado y abusando del pico, sobre todo por el pitón izquierdo. El toro mostró su mansedumbre al irse a tablas tras un bajonazo echándose fuera. Hubo algo más de petición que en la anterior faena de Abellán pero ésta vez le fue negada la oreja. El quinto de la tarde, marcó 517 kilos en la báscula, manseó significativamente en la única vara que tomó. La faena tuvo dos partes bien diferenciadas tras un trasteo por bajo con sentimiento, una primera parte donde toreó con gusto y temple por el pitón derecho, aunque sin forzar al toro. En la cuarta tanda, por el pitón derecho, el toro adivinó la posibilidad de ganar la pelea y lo ratificó en la siguiente tanda por el izquierdo. A partir de ahí el toro fue a más y el torero a menos, dando como resultado final un toro por encima del torero. Es cierto que se vieron bellos pasajes durante la faena pero los cánones de la tauromaquia dicen que hay que dominar al toro, cosa que Leandro no terminó de rubricar. El balance final fue un pinchazo, pinchazo hondo trasero y un buen descabello. Esta vez si le fue concedida la oreja. Si hubo de dársele alguna oreja, esta debió de ser en el segundo de la tarde, no en el quinto aunque servidor, no hubiera concedido premio alguno

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por la crónica.