martes, 5 de enero de 2010

Conde de la Corte y (IV).


Esta realidad, dice el ganadero, se aprecia claramente en ganaderías regulares que de pronto pasan por un bache. “Puede fallar la regularidad,salen toros buenos, que responden,pero la inmensa mayoría salen complicados.Aquí es cuando el torero se
la debe jugar a una sola carta para averiguar si hay fondo de casta o no”. Éste
hecho puede acentuarse aún más con un toro como el conde, frío de salida, que no muestra las cartas hasta muy entrada la lidia. “Tenemos que luchar contra esa etiqueta, hacérselo ver ytransmitirlo a los profesionales. Hay que decirles: oye, tú sigue, insiste, porque a lo mejor el toro canta la gallina, pero mientras no ocurra eso…”.El ganadero insiste en lo importante que es el conocimiento por parte del profesional de la ganadería a la que se enfrenta y que todo ello se haga en el campo. “Nosotros debemos saber transmitir nuestras características.Creo que eso redundará en beneficio del espectáculo, para que cuando llegue la hora de la verdad
en una plaza, abarrotada como la de Madrid con 23.000 espectadores, todo se engrandezca, tanto el éxito como el fracaso”.

EL GANADERO:
Madrid es una reválida”
Luis Guillermo López Olea apunta que cuando comenzó a ir solo a los toros, sin la compañía de su padre y de su tío, fue en Madrid.“Aquella época como estudiante
universitario me dejó algo muy claro: Madrid es una reválida que los ganaderos debemos pasar alguna vez en la vida. Pese al sufrimiento que supone y al menoscabo, en algunas ocasiones, compensa tragar ese paquete.Un éxito en Madrid es incomparable”,confiesa el ganadero.

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